viernes, 11 de junio de 2010

Fútbol y patria



Por Isabel Cittadini (*)

La Copa Mundial de fútbol de la FIFA dio su puntapié inicial con el partido entre Sudáfrica -el anfitrión- y México con una igualadad en un tanto. Para el país africano el inicio del Mundial se convirtió en una fiesta nacional que ocultará temporalmente sus miserias, contrastes, desigualdades y odios raciales. Para el resto de los países cuyan selecciones estarán representando a sus respectivas asociaciones, ¿se convirtió en un asunto de nacionalismo e identidad patriótica?

Un estudio realizado por el Pablo Alabarces, Licenciado en Letras, Doctorado en Sociología e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) trató de brindar algunas respuestas a estas preguntas. "Existe la idea de que el mundo entero entra en una fiebre nacionalista en cada Copa del Mundo. Sin embargo, es imprescindible atender a cada caso local y fundamentalmente a cada momento histórico. La antropología y la sociología latinoamericanas han trabajado largamente en los últimos 25 años sobre esta pasión de multitudes", indicó.

En el libro "Fútbol y Patria" editado en 2002, Alabarces analizó las relaciones entre fútbol, identidades y nacionalismo a lo largo de la historia del fútbol en Argentina. Las investigaciones sobre la relación entre el fútbol y el nacionalismo coincidieron en que es imposible formular una teoría general. En base a ciertas coincidencias, el modo en que el deporte -en especial el fútbol- ha permitido la aparición del relato nacionalista que se modifica en función de múltiples variantes.

El fenómeno se presenta de manera disímil en Brasil, Ecuador, México, España o Escocia. “En Ecuador, las clasificaciones a los Mundiales constituían acontecimientos desmesurados, pero porque la selección era uno de los pocos elementos que permitía superar las diferencias identitarias abismales entre la sierra y la costa, diferencias que reaparecen incólumes transcurrido el Mundial”, analizó Pablo Albarces.

Pero según este sociólogo -profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- en México, el fútbol canaliza cada cuatro años una expectativa desbordada, aunque se trataría más “de un desborde publicitario y político” que realmente popular y, así, durante lo que llama ritual futbolístico, habría una “suspensión de las hostilidades”.

El nacionalismo en Europa

En España, el fútbol se presenta como una solución imaginaria a las diferencias regionales, solución que no se consigue, ya que vascos y catalanes rechazan toda identificación con lo que llaman “el Estado español”. Para los catalanes es el Barça, y para los vascos el Athletic de Bilbao quienes representan ese símbolo nacionalista, sin tener en cuenta la selección nacional. Por su parte, en Escocia, los estudiosos hablan de un “nacionalismo de 90 minutos”. La identidad escocesa, con su conocido “coranzoncito maradoniano” se concentra en sus selección, aunque el éxito sea sólo una utopía.

¿EL Mundo es más nacionalista durante el mundial de fútbol?

La idea de que el mundo entero entra en una fiebre nacionalista en cada Copa del Mundo sería una mala interpretación. Los brasileños son más nacionalistas que los argentinos, pero la consagración en la Copa Mundial de Corea-Japón 2002 fue celebrada como una “Copa gaúcha”, ya que las diferencias regionales de los brasileños son difíciles de superar.

Los argentinos aparecen históricamente más ligados a los vaivenes de sus selecciones, pero esto se comprueba apenas en el período de esplendor de Diego Maradona, mientras que después de la Copa del Mundo de Estados Unidos '94, los hinchas se replegaron a sus aficiones locales, dejando la selección en un segundo plano. “Las coincidencias son más o menos obvias: el fútbol -nuevamente, los distintos deportes- son un mecanismo típico de articulación de fenómenos de identidad, desde el nivel micro del barrio hasta el mayor de la nación”, manifestó Alabarces.

También ha sido largamente estudiado que el deporte ha tendido a cumplir funciones anteriormente reservadas a los mecanismos de la modernidad: la etnia, la clase, la política y el trabajo. El deporte -con el fútbol a la cabeza- ha revelado su eficacia por su calidez, por ser barato, por su omnipresencia a través de los mass-media, por la facilidad con la que encarna el discurso de lo pasional y el fútbol es un territorio fértil para esos argumentos.

Lo que resta es la producción de una investigación más profunda que revele las diferencias, los particularismos; la manera en la que un hincha mexicano difiere de un colombiano, en la que un hincha del ascenso se diferencia del hincha de un equipo grande; sus relaciones con las clases sociales y los modos en que los públicos femeninos se están incorporando de manera acelerada.

En el libro "Fútbol y Patria", Alabarces hace referencia al peso de los tribalismos de la hinchada por sobre una presunta “pasión argentina” como una consecuencia de la fragmentación y desarticulación de la sociedad. Pero esa “hinchada argentina” es una abstracción, difícil de construir frente al peso irrefutable de la pasión local, ya que ser hincha de un club es mucho más fácil. La imagen de los hinchas y jugadores de Boca festejando el Apertura 2003 en cancha de Racing -mandando a 'la puta que lo parió' a la Selección en ese entonces dirigida por Marcelo Bielsa- es una imagen incontrastable.

Lo que domina hoy el panorama local es aquello con lo que concluye Fútbol y Patria. “La pasión argentina es apenas un argumento publicitario, un nacionalismo de mercado que transforma las expectativas más o menos deportivas en fanatismos ofrecidos como mercancía. La pasión no se compra ni se vende, dicen los hinchas, aunque los sponsors oficiales de la selección lo desmientan cotidianamente”, concluye Alabarces.

Lo cierto es que los Mundiales son el mayor espectáculo global de la industria cultural y los públicos participan ansiosos de ese espectáculo: por excepcional, por mera curiosidad, o por la legítima expectativa -reservada para los entendidos- de ver buen fútbol.

(*) Periodista del departamento de Comunicación Institucional y Prensa del CONICET.

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